«Cuando al cristianismo se le
despoja de todo sectarismo, lo que queda es una joya deslumbrantemente bella.».
C.S. Lewis. Mero
Cristianismo.
Comienzo, en esta noche confinada, que hace ya, creo, la número
56, un nuevo Blog, en el que hablaré, esencialmente, de Dios, de Jesucristo, que
es el Camino, la Verdad y la Vida, de mi fe, de mi religión, de mis
tradiciones, de la liturgia católica, tesoro de belleza inmarcesible, y de
todo lo que me haga feliz, me produzca Alegría, en los términos en que la
describe quien firma la cita que encabeza este breve texto, el gran Clive Staples
Lewis.
1. Sobre el icono que aparece en la cabecera.
Se trata de La Santísima Trinidad, de Rublev. Sobre esta famosísima
representación oriental trinitaria, que tanto me impresionó cuando la contemplé
por primera vez, leemos en Aleteia.com:
«Estimadísimo tanto por cristianos de Oriente como de
Occidente, la de Rublev es una de las imágenes más profundas de la Trinidad
jamás producida.
(…)
Este icono ruso es difícil de entender para los que no pertenecen a la
tradición ortodoxa y a primera vista no parece representar a la Santísima
Trinidad.
La
escena central del icono proviene del libro de Génesis, cuando Abraham da la
bienvenida a tres extranjeros en su tienda.
“Apareciósele
Yahveh [a Abraham] en la encina de Mambré … Levantó los ojos y he aquí que
había tres individuos parados a su vera. Como los vio acudió desde la puerta de
la tienda a recibirlos, y se postró en tierra … Luego tomó cuajada y leche,
junto con el becerro que había aderezado, y se lo presentó, manteniéndose en
pie delante de ellos bajo el árbol” (Génesis 18, 1-8).
El
icono de Rublev representa esta escena con tres ángeles, similares en
apariencia, sentados alrededor de una mesa. En el fondo está la casa de
Abraham, así como una encina que se encuentra detrás de los tres invitados.
Mientras
que el icono representa esta escena en el Antiguo Testamento, Rublev utilizó el
episodio bíblico para hacer una representación visual de la Trinidad que encaja
dentro de las estrictas directrices de la Iglesia ortodoxa rusa.
El
simbolismo de la imagen es complejo y pretende resumir las creencias teológicas
de la Iglesia en la Santísima Trinidad. En primer lugar, los tres ángeles son
idénticos en apariencia, lo cual corresponde a la creencia de la unidad de Dios
en tres Personas. Sin embargo, cada ángel lleva una prenda diferente, trayendo
a la mente cómo cada Persona de la Trinidad es distinta. El hecho de que Rublev
represente a la Trinidad usando ángeles es también un recordatorio de la
naturaleza de Dios, que es espíritu puro. Los ángeles son mostrados de
izquierda a derecha en el orden en que profesamos nuestra fe en el Credo:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. El primer ángel lleva una ropa interior azul, que
simboliza la naturaleza divina de Dios y una prenda púrpura exterior, apuntando
a la realeza del Padre. El segundo ángel es el más familiar, ya que lleva la
ropa típicamente usada por Jesús en la iconografía tradicional. El color
carmesí simboliza la humanidad de Cristo, mientras que el azul es indicativo de
su divinidad. La encina detrás del ángel nos recuerda el árbol de la vida en el
Jardín del Edén, así como la cruz sobre la cual Cristo salvó al mundo del
pecado de Adán. El tercer ángel lleva una prenda azul (divinidad), así como una
vestidura verde por encima. El color verde apunta hacia la tierra y la misión
de renovación del Espíritu Santo. El verde es también el color litúrgico usado
en Pentecostés en la tradición ortodoxa y bizantina.
Los
dos ángeles a la derecha del icono tienen una cabeza ligeramente inclinada
hacia el otro, ilustrando el hecho de que el Hijo y el Espíritu vienen del
Padre. En el centro del icono hay una mesa que se asemeja a un altar. Colocado
sobre la mesa hay un tazón o cáliz de oro que contiene el ternero que Abraham
preparó para sus invitados y el ángel central parece estar bendiciendo la
comida. Todo eso nos recuerda el sacramento de la Eucaristía.
Aunque
no es la representación más directa de la Santísima Trinidad, es una de las
visualizaciones más profundas jamás producidas. En las tradiciones ortodoxa y
bizantina permanece como la principal manera de representar al Dios Trino. El
icono es incluso muy estimado en la Iglesia católica romana y es utilizado con
frecuencia por los catequistas para enseñar a otros sobre el misterio de la
Trinidad.
La
Trinidad es un misterio y siempre lo será mientras estamos en la tierra. Sin
embargo, a veces nos vislumbramos algo en la vida divina de Dios, y el icono de
Rublev nos permite un breve segundo para mirar detrás del velo».
Puede encontrarse una información muy completa pinchando sobre el mismo icono.
2. Sobre el título del Blog.
Qui propter nos hómines. «Que por nosotros los hombres». Es el comienzo
de uno de los artículos de fe que rezamos semanalmente todos los católicos en
el Credo: Qui propter nos hómines et propter nostram salútem descéndit de
caelis. Et incarnatus est de Spíritu Sancto ex María Vírgine et homo factus est (las frases latinas están tomadas del misal, por eso llevan tildes).
«Que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación, bajó del cielo, y por
obra del Espíritu Santo, se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre». Pertenece
al símbolo
(o Credo) de Nicea-Cosntantinopla, y fue acuñado en el Concilio de Nicea de 325
y revisado en el de Constantinopla, de 381.
Es un resumen perfecto de la acción de Dios por los hombres, a
quienes no dejó abandonados a su suerte cuando, en el ejercicio de nuestra libertad,
del libre albedrío que nos hace humanos y semejantes a Dios, le dimos la
espalda, y decidimos marchar por unos caminos que no eran los suyos. Y yo, cada
vez que lo rezo, experimento una honda alegría.
Intentaré dar en este Blog razón de mi fe, y de la felicidad que
me proporciona creer en un Dios que es para mí un padre providente, y hacer
partícipe a los lectores de la «consoladora certeza de la fe cristiana, a la
cual ella debe su profunda humanidad y su extraordinaria sencillez». Son palabras
estas de San Juan Pablo II, en su Carta Encíclica Veritaris Splendor,
el Esplendor de la Verdad, de 6 de agosto de 1993. Y este es el motivo por el que la fe
cristiana es tan extraordinariamente sencilla: «[porque] consiste fundamentalmente
en el seguimiento de Jesucristo, en abandonarse a Él, en dejarse transformar
por su gracia y ser renovados por su misericordia, que se alcanzan en la vida
de comunión con su Iglesia.».